Carta a
Ismael.
Querido
hermano, hoy treinta y uno de octubre cuando apenas son las 0:05/am, después de
soportar algún sueñecito de esos negativos que hoy se sufren inmersos en esta
pandemia que nos envían desde Pekín; mal atendida y entendida, por ciertos
sicarios del Estado que ahora mal nos gobiernan y decido escribirte porque
seguro no iré a verte en estos días cuando celebramos vuestro recuerdo, allá en
ese lugar pleno de paz que tú disfrutas con los nuestros idos.
Tenemos
prohibido acercarnos a vuestros feudos, y dios quiera que no nos prohíban más
libertades esta partía de canallas, pues ha ido degeneradamente y en aumento,
esa plaga que ya conocíamos desde el observatorio de nuestros párvulos albores.
Hoy no te escribo versos, pues creo que debo ser más conciso y extenso, menos
comedido, sabiendo en qué circunstancias debo dirigirme a ti, tú que tan
experto fuiste en coger al vuelo cualquier síntoma de afarolada y malabar inquietud,
entre el engaño o la sinceridad del sentimiento, mereces toda franquía, como
siempre de tu hermano.
El que tuvo la suerte de tenerte de compañero
de viaje hasta crear nuevas ramas familiares, las que se van encargando poner en
jaque y punto final de trayecto ‘universitario’ nuestros proyectos sin saber
que el amor de un hermano es más poderoso que el posterior ‘rosario de afectos’
el que dicen ‘de la aurora’ no suelen disfrutar a veces, felices finales.
Tanto
quisiera decirte, que a veces se coartan mis hemisferios sin saber controlar
las vías de información entre el pasado y el presente, y ante esta ‘normal’
anomalía, hoy literaria) sigo sufriendo tempestades anímicas a pesar de ese
Faro vigía que tú tratas de mantener, como siempre encendido, para mis
naufragios naturales. Decir que te echo de menos, es pecar de repetitivo. No logro
olvidarte. Y a saber si en menos de lo que uno espera, no emprendo el vuelo hacia
tus feudos celestes.
Pues estarás alerta de la masacre-holocausto
que han originado la venenosa casta política que impera hoy en el orbe mundial,
que como el caudaloso Niágara en alucinantes cascadas, están cayendo miles de
humanos, y sin un solo disparo se atiborran las morgues de todo el espectro mundial.
Tanto es así, que te juro estar preparándome para ese destino que hoy buscan
aceleradamente nuestros propios congéneres, ansiosos de poder y gloria, cuales
caudillos de la antigua Roma, trasladándose aún más a los de jinetes de un
nuevo apocalipsis, como Atila, o Nerón y los nuevos sanguinarios y acaudalados
ayatolás.
Mujeres maléficas,
estilo Helena de Troya, o feminazis enroladas entre las valquirias de Hitler; ¿sin
faltar clérigos mariquitas, o aprendices de Herodes y Pilatos que juran ser
como Platón y Sócrates? Y solo son pastores hermafroditas de los rediles ovejunos,
caprinos y vacunos” como nuevos caudillos sobre la tierra, acostumbrada a sus
continuos episodios de hambrunas dolor y muerte.
Hermano, por
si no logro ir a verte, te digo que me gustaría descansar junto a mamá y a ti, si
hubiere esa posibilidad. A pesar de estar siempre diciendo y prometiendo
navegar entre cenizas sobre el Múrtigas, bajo aquel “Puente del infierno” en nuestra
tierra de origen. Ya conoces mi acérrimo sentir por aquella Sierra que nos
diera la primera luz. Más, mis sucesores harán lo que mejor puedan.
Espero estés
atento y me ubiques a tu vera, y como un
buen y dinámico Cicerón, me lleves a conocer aquellos rincones que sin duda nos volverán hacer felices entre los nuestros
ya lejos de la influencia terrenal podamos volver a construir castillos en
donde seamos sus únicos feudales sin olvidar dar cobijo y convidar a tantos
conocidos como estarán en esas latitudes, a las que irremediablemente llegaremos como nunca se
pudo, usando la razón.
Ya sabes,
nosotros siempre “de izquierdas” por aquello de otorgar a diarioel corazón a
todos. Pero diestros, sencillos y arrogantes custodios de la honestidad
heredada y conservada a pesar de los vendavales vividos.
Hasta pronto,
hermano querido.
Fernando
naranjo duran
31/10/2020
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