Sentires.
“El alfarero de Oro”
Siento algo en mi interior -algo así, un cosquilleo- que me invita
de nuevo a declararme enamorado por las sencillas y bellas cosas que me
devuelven al niño que siempre fui. Una palabra de mujer, o una imagen que no olvido.
Un volver a ser el díscolo amante de nuestra fiesta de toros. Una promesa que
cumplir. Un estar enamorado y ondear mi pluma al viento. Un decir sin
documentos que todo vuelve a su cauce por que tanto necesito, aun siendo un humilde
poeta, quiero jugar a ser profeta con bazas a mi favor. Quiero ser aquel Sr que
tanto andaba en mis sueños. Quiero ser feliz y pongo empeño para seguir pensando
así y por siempre sentir que yo soy mi propio dueño.
Y en esto me desperezo y quisiera comentar cómo en un pueblo
de la Mancha toledana de cuyo nombre debo recordar y resaltar: Villaseca de la
Sagra. Donde resucitan quijotes y alfareros que blanden sus lanzas en astilleros
y en sus llanos, tras una liebre sigue galopando aquel galgo corredor donde
edifican placitas de toros coquetas y castizas organizando sus ferias con
lustrosas y correosas novilladas en toda su pureza, armadas, con cuajo y
condición en línea de su encaste original y morfológico para dar importancia. Fuste
y boato a la tauromaquia en este pueblo aficionado.
Como no soy un experto ‘plumilla’ de este epígrafe taurino quiero
contar un relieve surgido de una novillada del ciclo “El alfarero de Oro” en
Villaseca de la Sagra (Toledo) dejando en el aire el conjunto de la interesante
novillada y no haré una crónica al uso de profesionales del ramo: rehúso tal
disciplina y reseño la ilusión que me hace acercar al espectáculo de nuestra amada
fiesta Nacional. En donde quitar lo feo y
añadir la vergüenza torera según mi manera de ver subjetiva y poética en cada
caso.
En este famoso ciclo de novilladas las cuales, menos la primera
de Dolores Aguirre, las he estado viendo todas, entresaco la de Baltasar Iban,
por encastada y coherentemente presentada para el caso que nos ocupa. Surgiera
en 3º de la tarde de nombre “Sartenero” un negrito de finas hechuras y muy “ensillao,
o como ahora dicen los nuevos taurinos, “silleto”
Que apareció embistiendo con la cara humillada y el hocico por la arena como un tejón con una
fijeza y franquía digna de todo elogio, al que un buen novillero Francisco de Manuel, le planteó un recibo capotero con
cierto gusto por verse acosado y sorprendido ante la embestida brava y repetidora
de este “Sartenero” de Iban que se fue como un rayo hacia el Jaco de picar para
después ser franco en banderillas y noble con la obsesión de comerse la muleta en
su perfumada embestida; que más parecía no tener final posible. Necesitando otra
muleta más oficiada y poderosa que someter con empaque y dejar constancia ante
los dioses de la mitología de la belleza onírica de un bravo ejemplar para los
anales de los curiosos por la historia. El público no entendido y una
presidencia insensible, poco autorizada y ramplona no supo conceder el indulto en
esta memorable ocasión de otorgar al bravo “contreras” origen Vizconde de
burguillos ahora de Iban. Su matador Francisco Manuel siendo un torerillo de
buenas trazas y con muy buen gusto, aún no está capacitado en su corto bagaje
para haber sabido llevar al cielo esa faena, por los mimbres que se cortaron tuvo atisbo de obra celestial.
Fernando naranjo duran
11-9-2018
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