jueves, 1 de marzo de 2018



Lonely boy*

Alborea de marzo..


Escudado esta mañana tras un rockero título, el que utilizara mi contemporáneo, el bueno de Paul Anka para enamorar a una época: quiero servirme de él para acometer mi tesis sobre un candente tema de ‘ancianetes’ -que es justo lo que soy al día de hoy. Yo que siempre en calidad de ‘simpático-hueso’ -por mi antipática seriedad conocido-  al día de hoy un autentico y acusado solitario, (un actual cimarrón) por no seguir de ninguna manera cualquier religión de humanoides en paro cerebral; creo que me voy a alistar en esas concentraciones inusuales como son las anunciadas, por el colectivo de jubilados; a los que jamás viera manifestarse.

 Pero corren malos vientos por mor de estos más desvergonzados mozalbetes de la nueva política que se las quieren llevar todas para sus causas “talegarias” (de sus propias talegas quise decir) y no dudan entre unos y otros, utilizarnos para sus bienes comunes.

No quiero yo hacer mi opinión ‘póstuma’ como dicen circular por ahí un interesante artículo filosófico y actual, del fino y buen humorista que fuera José Luis “Forges”. No, yo no tengo ya una empresa cara al público por la que pueda temer si públicamente expongo mi opinión y que algún sector de la política al verse desnudando, lanzara su tropa de felinos sectarios al acoso y derribo de mis frágiles tenderetes. 

No. Solo me puedan ‘desmejorar’ esta humilde pensión de autónomo, pero como no llega a mil-eurista qué me puedan hacer a mí? Si ya solo me espera cita con el incinerador y ese solo me podrá churruscar con mi permiso, el que por ahora no tiene.

A Don Mariano les han salido las ‘habas cocosas’ por no saber cultivarlas sin abonos abrasivos, y al recolectarlas, sus acólitos se han llenado las manos de mierda y ahora al ser descubiertos no son capaces de reaccionar aprovechando el relance de las otras “enjuiciadas corporaciones” que no acaban de salir de las cloacas,  gracias a esa tardía justicia que entretenida en sus propias funciones domésticas, y adyacentes al café del desayuno para después atender a cuatro golfos  fumadores de marihuana o a otros tantos belicosos camorristas de fin de semana, a los que si puedan empaquetar, y no se atreven  ir de frente y por derecho a los que nos están esquilmando el país ante nuestros ojos. 

Pues esta tropa de leguleyos no se atreva apuntillarlos de una vez por todas, dedicándose solo a dar simples capotazos a puerta cerrada: cuando el público en general está pagando una entrada preferente a plazas de 1ª para “ver” carteles donde se ajusticien las primerísimas figuras del escalafón político y social; amenizado el festejo por bandas de música y cuadrillas de picadores, banderilleros; alguacilillos, avezados puntilleros y dos tiros de mulillas de arrastre.  


Para dar cuenta de todos estos ilidiables cornúpetas marcados con ilustres hierros o captados por cuatreras formaciones políticas que están dando un peligroso juego en las calles, tales “bous al carrer” amedrentado a la población civil, en sus cotidianas labores de achique de primeras necesidades, a punto de perder la serenidad y armada hasta los dientes, estoque en mano dispuesta a ensartar al primer “berrendo” que asome por sus esquinas. Y todo volverá a ser como en el 34 que no cuenta la famosa ley de “memoria histérica” pero sin ejércitos, (por estar convenientemente desarmados) previniendo estas situaciones finales los políticos al uso.


¿Qué es lo que piensan estos más jóvenes; que los nacidos inmediatamente tras la guerra civil somos “el arma homicida que dio muerte a la hermana Clara”?  ¿Los que incendiaron iglesias y llevaron al paredón a políticos y renegados?  ¿los que ayudamos a Franco a imponer orden? No; nosotros fuimos los que supimos aguantar el tirón de la pobreza emigrando a otras latitudes (como es mi caso) a buscarnos el pan desde muy niños y sin apenas estudios, entre calamidades para poco a poco salir emprendiendo la dura tarea de crear una familia, tratando de educarla en el convencimiento del honrado trabajo y el respeto hacia los demás. 

Nosotros no merecemos el irrespetuoso trato de los más jóvenes de hoy:  los que una mayoría seguimos ayudando a nuestros hijos en la medida que nos va siendo posible, e incluso a la política rampante hoy, con la que nos vemos vilipendiados después de ofrecer nuestros votos. Los que solo se dedican al mariposeo de ir cambiando los nombres a las calles dedicadas personas que en un momento ayudaron a la sociedad. Queremos que dediquen su labor al trabajo de atender las vicisitudes por las que pasa la sociedad hoy. Adecenten dichas calles de borrachos maleantes y drogadictos que atemorizan a la ciudadanía en los fines de semana.


Queremos menos palabrería histriónica, menos programas basuras, achicar el escuadrón de la política, y de los que queden, menos rangos políticos, -tarjetas de créditos con derecho de pernada- y cuando se jubilen pasen al mismo cuartel donde hacemos guardia los jubilados que hoy se sienten muy ofendidos por esta lacra social de chulescos aforados. Necesitamos más policía para hacer guardar el orden que ustedes habéis alterado. Más educación coherente.

 Más asistencia médica: menos demagogia: menos violadores: menos maltratadores de niños y mujeres. Menos bujarrones que puedan consentir tales desmanes para nuestra convivencia social.   
Aprovechemos que estamos en marzo y que los acuíferos están famélicos amenazando que los grandes ríos no sanearan a su paso las ciudades, y por tanto las cacas de esta sociedad podrida puedan crear murallas pestilentes donde nadie pretenda asaltar sus adarves, y así el anunciado final nos atrape dentro de ellas. 

Tengan ustedes medida y piensen que también pasa el tiempo y serán unos odiados vejetes expuestos quizás al caballo de un nuevo Atila que pueda patear sus nauseabundas calaveras..  
Buenos días. 

-Lonely Boy * chico solitario

Fernando naranjo duran
1-3-2018   

No hay comentarios:

Publicar un comentario