No caben en mis quintillas
los rubores de una tarde
afligidos por mantillas
de las damas con peinetas,
ceñidos y esbeltos talles.
Cinco versos no resumen
ni el compás ni la emoción
que la sensación reúne
entre oscuros capirotes
la silente procesión.
Entre arrogantes varales
y lucidos guardabrisas
llevan al Paso cabales
a la voz del capataz
los costaleros sin prisas.
Y de envidia los balcones
en las noches de azahar
cuando guapas con velones
si un saetero se expone
cantar al verlas pasar.
Fernando naranjo duran
29-3-2018
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