Cabreo nacional.
Con este adjetivo mundano y coloquial, desde mi indignación
más profunda, quiero comenzar hoy mi exposición personal de cuanto me daña, con
solo observar” las noticias, las que a pesar de tener este gobierno todos los
hilos de la información en sus manos, con solo lo que dejan entrever en nuestro
panorama habitual, ya es suficiente para estar aterrorizados y a la espera de
todo lo peor para nuestro bienestar y el de nuestros hijos y nietos.
No quiero en esta ocasión cargar contra los dos delincuentes
elegidos para el infausto episodio de hundir a un país tras una elección malandrín
con amaños y resultados impunes, el que asombró a todo el orbe mundial. Cuando
sujetos de esta misma calaña, hoy abarrotan las cárceles de España, Hispanoamérica
y países del Este, tuvieron que ser ellos los elegidos por algún loco visionario empeñado en
dar carpetazo al orden mundial y a la democracia en esta parte del mundo
civilizado.
Hoy tampoco reclamaré cargo alguno a esos ‘limpia-botas,
bufones, capaces de matar a sus padres por unas míseras migajas, las que dan
viles cuatreros a sus canes de presa, los que salvaguardan sus espaldas en mítines o saraos
de sociedad. Como a carroñeros “gaviotas”
que sobrevuelan triperos” tras los inmundos desperdicios al rebufo y estela de
la ufana singladura que navega el buque insignia del politburó de turno.
Tampoco traeré de una oreja a los pancistas, chaqueteros de
toda la vida, los que se cambian de camisa,
o acera, cada vez que el aire trae el color del caramelo. Más, con todos estos
juntos, aún no son un número importante, como aquellos que miran hacia otro
lado por tener el buche bien repleto a costa de los estraperlos y garnachas innombrables” de todo tipo. Ni
aquellos pedantes comunes, ilusos que, por fardar en sus retrógrados y ambiguos
ambientes, van de activista y “rebeldes sin causa” capaces de vender su alma al
diablo con tal de ser hinchas reconocidos del equipo que lidera la liga política;
esos que pegan fuego a las calles, para dar trabajo a herreros y cristaleros
del lugar, y de paso buscar la ruina a sufridos comerciantes crucificados por
los clavos de este nuevo gobierno bolchevique.
Pues ni todos ellos juntos, son mayoría frente a esa supuesta
suma de 47 millones de seres que componen nuestra piel de toro. A esos hoy aquí
citaré, a ver si logro despertar de sus bucólicos modus vivendis’ los que solo
atentos en stand by para buscarse un buen lugar bajo el sol en invierno, y en
verano, una buena sombrita, a la espera de volver a casa a plato puesto, y después de la siesta engancharse
acodado en el sillón a ver toda la basura que emiten los “programados” programas
de información basura partidista que la
nueva izquierda cocina para su seleccionar, mutilar y enchiquerar con un bozal a los más díscolos
de esta peña sin ilusiones, quizás padres de mozalbetes sin escuela y sin
trabajo que eluden, o eludieron la puta mili’ y solo con cigarritos de la risa’
y litronas, se hicieron clientes del
Botellón donde se encuentran felices dejando la vida ir, sin saber, ni querer saber,
lo que cocina este gobierno; el que los va preparando concienzudamente para
enfrentarlos mutuamente en una posible guerra (dios no lo permitas) y tras ella
si es que sobreviven, fajarse con la heredad de la hambruna y las miserias que
sobrevienen tras estas hecatombes que nadie quiere ver en su horizonte más próximo,
o en su cicatero y personal punto de fuga.
Fernando naranjo duran.
18/11/2020
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