Sevilla.
De tus barrios más toreros
trajo alelíes y nardos,
danza sagrada del barro
de aquel rincón alfarero;
y fragua de tus herreros.
Un ‘seise' catedralicio,
que oficiando el viejo oficio
de aquellos toreros de antes
con derechuras fragantes,
de cante grande, su auspicio.
Ya lo avisó el giraldillo
que se asomaba expectante;
será el ‘seises’ maestrante
que anhelaba el baratillo
para su albero amarillo
por clase fundamental.
Pa’ volver a enamorar
sin ojana ni alharacas;
con pureza se destaca
este Aguado, de anegar’.
Hasta Morante se enfada
y se quita las horquillas,
¿este intruso en su Sevilla
rendida y enamorada
que a sus pies cae postrada?
! Me voy a porta gayola
a buscar esa aureola
y de rodillas me pongo,
pues por faroles repongo
hoy mi cetro y mi corona!
Como al gallo peruano
arrollador y valiente,
Sevilla fue consecuente
y no se lavó las manos.
A cada cual artesano
supo premiar a medida
y fuera correspondida
por los espadas de turno
y no permitió a Saturno
devorarnos la corrida.
Pues la corrida fue brava
de largo fue a los caballos;
-permitan me lo subrayo-
se empleó por encastada
y fue también bien lidiada
desde a caballo y a pie.
¡Que cuadrillas las de ayer
de majestad y tronío!
Y fue torero hasta río
que entre suspiros se fue.
Fernando naranjo duran
11-5-2019
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