Madrid: toros de Garcigrande
Ponce, D. Mora y Varea.
¿A qué viene la romana
con su exceso galopante;
quien detiene al insultante
que semana tras semana
a esta gran urbe pagana
no detiene en sus excesos?
Exabrupto de los pesos
canon de todo arquetipo
desacorde el monotipo
desdibujados y espesos,
que atolondra al principiante,
sin el diploma de oficio
le provoca tal desquicio
que al valenciano elegante
le vino tan grande el guante
y achuchado a pleamar
cuando viene a confirmar
con mulos de dos pitones;
no encontró las soluciones,
y pensó.. Otra vez será!
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¿Dónde tiene la cintura
que no la suele emplear
para mejor gobernar
este mozo de estatura
que arquea planta y figura
sin recoger la embestida
en su concepto y medida
madrileña o toledana?
Mecida con tal desgana
que no gana una partida.
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Lo de Ponce es otra cosa
es la magia del talento
conductor a barlovento
de manera primorosa
que somete a ola furiosa
sin romper al arrecife
de sus telas; que nos dicen
ser comandante del temple
desde abril hasta septiembre
canónico de aprendices..
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Qué pelea hizo Puchano
con el sexto un “granaíno”
que bravo y noble se vino
a su caballo alazano.
Un toro para otras manos
que quiso beber el viento
y levantó del asiento
al que siente tal conjuro;
pureza en su estado puro
visionada en el momento.
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Como Antoñares y Otero,
que lujo pa' una cuadrilla;
que destreza en banderillas;
que grandeza de toreros
machos, y con qué salero
van a la cara del toro
y se cuadran de tal modo
con tan torera arrogancia
e inusitada fragancia
de la lidia sus tesoros!
Fernando naranjo duran
3-6-2017
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