La hora de la
cita.
Tú, sin faltar a la cita
¿y yo sin saber decir
qué misterio solicita
seguir componiendo versos,
condicionándome así?
Que no amaina con los años
inventando se mil cosas
para llamar tu atención.
Mientras, expongo una rosa,
la que va impresa en el guion.
Una imagen dice más,
que diga un verso de amor;
y aunque a mi cargo, un
pesar,
tendré yo ha bien aceptar
lance tan demoledor.
La razón y el corazón
toman el café de espalda
en un mismo cuerpo, al fin;
y a veces un fuerte duelo
libran ambos entre sí.
Me inclino hacia el corazón
que bombea mis latidos.
La razón es como el hielo
que a veces causa desvelo
y me aturde los sentidos.
Más, ¿qué hacer si la razón
en mis sentidos no habita?
Sin consuelo mis anhelos
pedirán al corazón
obviar, rencilla maldita.
Fernando naranjo
duran
7-7-2019
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