Alguien me contaba un día que después de las casas reales (Véase Maestrantes y toda esa
generación de jerarcas en esencias) gestoras de las maestranzas, al dejar en manos
de la “plebe” dichas direcciones;
estas después de lo que habían visto, y
aprendido. (No hay nadie que aprenda más rápido en el mundo que la gente del
toro) e incluso más que las nuestras, trashumantes de las Ferias. Pues bien; me dijeron que
cuando llegó don Livinio Stuik a la dirección las Ventas; este no perdió la
oportunidad de inventarse la bien
entendida feria de San Isidro, pues a su vez pensó en el Toro grande y
destartalado (barato; por su escasa
selección) y de esta manera el billete chico para la figura, entremezclándola con
la torería de menos fuste para organizar una larga feria en la metrópolis madrileña en
donde era seguro llenaría sus arcas sedientas del polvillo del oro. No dudo que
esté bien informado este caballero que “me lo chivara por lo bajini”
Esta feria de San Isidro aun no la he comentado como viene
siendo mi costumbre desde hace más de una década, y es que me siento un tanto defraudado
al ver tanto sufrimiento en la torería
queriendo hacer lo imposible con el
ganado que salta a esta plaza; la más
hermosa del mundo. Atacada siempre por
los vientos y los aguaceros que se soportan en ella en estas fechas isidriles.
Hoy fue otra tarde anodina e imposible de remontar a no ser por la fe y la bravura de Gonzalo caballero,
que “se dejó matar” como siempre al insistir
por un pitón muy alevoso que no
supo tapar en su afán de triunfo para él tan necesario.
No así Pedrito el Capea, al que no le veo asiento para
acudir a esta Plaza de tanta responsabilidad y alcahueta por la retransmisión vía
TV a tantos lugares en donde han de pensar lo mismo sobre este torero que
debiera abandonar e irse a su casa
ganadera, en donde haría mejor labor que ocupando un sitio de algún
necesitado con menos posibles..(Dios me perdone)
Entre la descastada y agria corrida enviada por el Sr. Del
Ventorrillo, en quinto lugar saltó un buen mozo de nombre “chocolatero” de negro pelaje y con una romana de 532 kilogramos, el que después
de hacer una respetable pelea en el caballo, pasó el fielato de las banderillas
y se dejó su buena clase, fijezas y derechuras en la muleta de este Moreno de
Aranda que sin ser para quitar las tapas
del sentío a nadie, supo estar bien en
esta su última tarde venteña. El toro fue merecidamente aplaudido en su cortejo
final y el de Aranda paseo con toda justicia un apéndice de este buen toro.
fernando naranjo duran
13-5/2016
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