(A mi nieta Almudena y a su costalero)
La luna por su fe al descendimiento
fue a compás de una banda de
tambores,
y al salir de su ermita; qué
rubores;
Jesucristo en la cruz cuanto
tormento.
Silente fue mecido a paso lento
con fervor se recibió entre clamores;
y tras él la Esperanza y sus dolores,
¡Qué grandeza el sentir aquel momento!
La guapa Esperanza de grana y oros
tras su hijo, descendiente y
malherido
por lanzas de enemigos fariseos.
Y tras ella, ese mundo al que no olvido;
dios castigue a morir entre sus lodos
el que no aprenda a vivir, si no hay saqueos..
Fernando naranjo duran
24-3/2016
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