Olivenza. “Las Noras” Piriz..
Todos con un fuerte acento se ganaron a pulso las respectivas tildes que
yo desde mi habitual puesto de observación ambulante les otorgo por derecho propio. Olivenza en su
escorado y nostálgico lugar, al suroeste
de esta provincia extrema, es sin
duda una ciudad con un carisma especial;
pues antes de ser de España ya lo fue de Portugal..
Olivenza es un núcleo
ciudadano amable, comunicativo y por
tanto cercano; chamuya un acento singular y muy
mundano. En sus calles, plazas y recoletas plazuelas no sabes si estuvieras en alguna ciudad de México. En la inmediata Andalucía, o saboreando el aroma de un café con asoleradas soñolencias de
la Lisboa antigua y señorial. Conserva y
expone esta, a la venta ese batiburrillo tan suyo en su acentuado lenguaje
campesino y coloquial..
Olivenza es
puerta de la ‘Janda extremeña’
ganadera de bravo entre alcornoques y encinas;
dueña y señora de un micro clima que busca aromas fluviales hacia el sur,
bogando sobre el Guadiana su destino
atlántico para hacerse universal. En
estos andenes ya próximos al confín de
Sierra Morena es habitad del ganado bravo y el cochino Ibérico por excelencias;
donde se asentaron siempre hierros
ganaderos de fuste y postín..
Sobre el sendero que nos conduce al antes mencionado sur, dirección Alconchel se encuentra el sencillo y austero
cortijo, emblema de esta noble y sencilla familia de Bernardino Piriz “Las Noras” donde su Sr. Padre don Bernardino Piriz Carballo, tuvo a bien fundar y grabar a fuego su acento
de ganadero antiguo a esta ganadería
allá en los años cincuenta con reses
Cunhal Patricio: sangre de Tamarón
en su origen Parladé. Entipados; bajos y reunidos, bonitos de cara; con los que hicieran soñar el toreo de otro tiempo a figuras de la talla de
Manolo Vázquez, Angel Teruel, Curro
Romero, Manzanares padre; Luis Reina; Enrique Ponce,
Antoñito Ferrera; y un sinfín de
toreros que pasaron por esta seria y honesta finca de bravo en donde fueron
atendidos con toda gentileza, todo aquel aficionado que pasara por allí como es
el caso de este, su servidor; que ahora
suscribe..
Mi relación de
amistad con esta familia se remonta a los años sesentas; que en mi calidad de industrial feriante asistía
a las ferias de Olivenza con mis autos de Choques, y tuve entre aquella juvenil clientela a Juan Antonio Piriz Borrallo; con el primero de los hermanos que hice mi contacto de amistad.. Aún recuerdo
colgada en la Taquilla de mi auto-choque; aquella foto de un utrero; algo burraco, entrepelao, de Nombre “azucarero” herrado en “Las Noras” obsequio de Juan Antonio
Piriz; el que solía darme compañía en aquellas tardes noches de feria
oliventina ocupando una butaca contigua a la mía vendiendo fichas.. Después fui conociendo al
resto de su familia.. Cipriano, Coque, Bernardino (contemporáneo mío) así como a sus
hermanas y a su Sr, padre..
Bernardino fuera, el que una medio día de feria tomando unas
copas en el Casino en un ambiente taurino de propia vitola; me animo a ver la
novillada de aquella tarde, recomendándome
la presentación de un jovencísimo novillero
valenciano que se acartelaba como Enrique Ponce.. Con los Piriz Borrallo siempre me uniera la afición a los toros como
otros oliventinos ya fallecidos Jerónimo
“Jero” y su hermano que expendía las entradas en la taquilla de la Plaza; Antonio
el de Pensilvania.. Marceliano y Pablo Ortiz.. Exquisitos aficionados de una
época en que solíamos coincidir en festejos de su Olivenza y Zafra como en Almendralejo;
Badajoz, Jerez de la Fra, y Feria
de abril sevillana..
Podría seguir relatando gratas situaciones compartidas con personas
de esta ciudad tan singular en donde tuve infinidad de relaciones.. Manolo
Juan, el antiguo “Droguero” Luis
Heredero; el de “Cuatro Caminos” (Lugar de parada obligatoria a la hora del almuerzo) y un sinfín de
personas, y personajes
tan castizos que diera esta bella ciudad de Olivenza. Como para escribir
un “libro de viajes”.. Hoy al decidirme
a escribir por el amigo ido, este modesto artículo, me inunda la nostalgia por
otros tiempos quizás mejores, aunque de fatigas
por el duro trabajo realizado como eterno trashumante dedicado al noble
oficio de ir de feria en feria buscando con honradez y espíritu de serio comerciante atendiendo mis atracciones; hoy me siento muy satisfecho por el deber cumplido
ante la ley de mis mayores, (los que me inculcaron mi afición al Toro) todos dedicados al mismo trabajo, del que ahora ya jubilado
ostento como tercera generación ser
el ’decano’ de esta longeva y extensa familia de feriantes..
Fernando naranjo duran
15-2/2016
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