martes, 3 de enero de 2012

Asquerosamente culto...









Si.. Esto es lo que le parece, a este humilde servidor de ustedes.. El tal “vilgilante insomne” de los de desmanes organizados por los llamado “elegidos taurinos” o del taurineo andante, ó feriante y farandulero que se han convertido este sector.. (Según el señor Francisco Calleja, redactor, y jefe de “su” “La Charpa del Azabache” ) Del que soy a veces lector, haciendo mil esfuerzos por no cabrearme ante su obstinada manera de escribir, refinada e hiriente, que a veces me saca de mis casillas y le respondo con dos piedras a sus reflexiones sobre el planeta del toro..(pero me gusta como lo hace)
Considero me un timorato e incipiente escribidor a mi manera, de estos asuntos que tanto me apasionan…El TORO..Y como no puedo con este sujeto de pluma arrogante y culta, que no teme ni a Dios, pues he decidido, leerle (como siempre) de vez en cuando, y decido aplaudirle también de vez en cuando?..No tiene desperdicio este gachó (perdón, señor) por que desmenuza como nadie las rizadas entretelas de estos tunantes que viven de los incautos aficionadillos, o de los nuevos ricos, que intentan su promoción social en los tendidos de sombra, para después zamparse de cabeza al callejón, y desde allí subirse a la cola del tranvía llamado “Mi deseo”..
Me gustaría que algunos de mis lectores se acercara por dicha Wed, para que este “acusica” tuviese asamblea suficiente para ser “conocido” creo que se lo merece.. Muy a pesar mío..Vayan.. Vayan..Y léanle..Que aunque ladra, no muerde..(ya me gustaría)


De la Charpa del azabache..

A pesar de la evidente ausencia de imaginación que avienta preludiar el año cimbreando la prosa al arrimo de José Tomás, desvisto los remilgos y el repulgo y hacia él enderezo la conjetura de que me vengo maliciando.
Gastados con él los escasos indicios de agudeza a que tan poco acostumbrados nos tiene la crítica secular -pues no le queda ya pirotecnia en la escasez de sus famélicas baterías-, ahorran epítetos y aderezos y se limitan a entregar al bracero de la temeridad sus premios bajo el, en absoluto, equívoco método del dedazo.
De cuantos premios taurinos se vanagloria la liturgia más depauperada y defenestrada que caber en humano magín pueda, el premio “Paquiro” condensa la más retrógrada y aparente escenificación del vanitas vanitatis. Un simposio en que el oropel es el más trillado avío con que se enjaezan las menopáusicas jacas que refieren sus marchitos escotes en un proceloso y varillado andamiaje de interiores, y con el que los tecnócratas del pelotazo festejan la vaciedad de sus conciencias.
En tiempos de recesión y crisis, el borbollón en que se obstinan los portadores de salvoconductos resulta una indecorosa afrenta hacia el sumiso y resignado pueblo alienado de ignorancia. De entre el vecindario pretenden erigirse las voces que le otorguen conciencia, y entre ellas, la inane y desangelada voz del menestral del valor. Un José Tomás que pretende valerse de los gestos que le hacen un guiño al populismo. Hoy una camiseta del Che, mañana una comida con Sabina. Minucias en que se desvanece una demagogia gangrenada, pues vuelven tiempos en que no cabe estar en misa y repicando. Al nieto de Celestino se le rió la ocurrencia de que no le brindara un toro al rey. Circunstancia en que ya le precedieron otros toreadores que rentaron del detalle una magistral fórmula de merchandising. Por ahí, los panegiristas del jornalero del vilo observaron una salida que ofrecer a su yerma facultad creativa e hicieron del contribuyente de Galapagar un convicto republicano. Tesis que, incluso, la ambigua y abigarrada sintaxis de Javier Villán (actual ujier de cámara de Zabala) elevó a título de uno de sus infumables libelos. Pero es imprescindible exigir mayor tasa de imaginación a quien se pretende un héroe. El premio “Paquiro” es la más fedataria constatación de la ultramontana y caciquil fachenda de un colectivo elitista y autócrata. Un cónclave de bienpensantes que quiere someter el acontecimiento a horario. La conservadora gavilla de “leales” que pretende adueñarse de la, hasta no hace mucho, más heroica y humilde fiesta del pueblo. ¿Cree alguien en su sano juicio que esta tropa iba a premiar a alguien decididamente republicano?.
José Tomás, el estajanovista del sobresalto, cuando afirma que es este su premio más deseado sólo está cerrando filas con la España del orden, del misal y del rosario. Con la España que ovaciona al suegro de Urdangarín. Y aquí no caben evasivas.
Ni siquiera hay pie a pensar que, tal vez, haya leído a Unamuno y, como él, ciscándose en la corrección de Ortega haya pensado que uno es uno y su contradicción. Pero dudo mucho que el artesano de la conmoción haya leído a Unamuno. Bueno, en realidad dudo que haya leído.

Francisco Callejo

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