En la Augusta Emérita.
Ayer, después de un largo éxodo de los cosos taurinos, he
vuelto a mezclarme con aquellos que aún siguen erre que erre, alimentando la
sana y vieja afición al Toro (sin mayúsculas) puesto que asistí con dos amigos
aficionados al arte de Cúchares” a un festejo menor, con resultados aún menores
y sin pretensiones de grandeza.
Sin grandeza) he dicho bien. Ocurre que es al
primero que acudo después de desdeñar los recién finiquitados en nuestra
querida Olivenza. Glamurosa y puntual miniserie que presume de ser la primera ‘a
lo grande’ que se anuncia sobre el suelo patrio.
Todo esto, cabalgando un esfuerzo
sobre humano, parte de una vieja y oliventina pasión por el toro, y como no,
interviniendo con generosidad nuestras arcas extremeñas, manejadas a lo loco
por este Psoe” de nuestros pecados, que, aun siendo precursor a ultranza en las
estribaciones de nuestra Janda extremeña”, es todo un ofensor de nuestra fiesta
de toros en otros lugares de la citada Piel.
Aquí, en este escorado, y sin par
rincón, otrora manejado por el Júpiter extremeño, alias “Viriato” aún se dan
toros. No como en nuestra atormentada Cataluña, en manos de tantos desvergonzados
y deslenguados políticos de tres al cuarto, que no nos dejan ni dormir
tranquilos hace más de cuarenta años, por aquello de la muerte del pequeño
general. Al que ahora andan queriendo desterrar de su feudo del “Valle de los
suspiros” políticos de vanguardia, “cuchareros de sopas bobas” tan afianzados a
este chupete” de subvenciones y otras cosas que tan en candelero están.
Volví junto con dos jóvenes amigos, Juan Antonio Carmona,
alias “Barroso” me atrevo a tildarlo por su parecida aura con el dinasta caballero
jerezano, Alfonso Barroso; picador de toros “caballero pardo” como solía
llamarlos el poeta León Felipe, a estos toreros ecuestres que aún visten de oros,
por un Real y ancestral autorización “decreto Real” que no del “maestro Sánchez
en sus viernes a go gó” (esto es anterior a su diluvio) En esta ocasión nos
acompañaba otro joven y nuevo amigo, Jesús María Clemente, que ansiosos por
asistir a los albores de este nuevo abanico abierto a la primavera para nuestra
Fiesta Nacional, nos acercamos a la Augusta Emérita, aún bañada por este
sinuoso, y herido Guadiana; el que al parecer le hayan diagnosticado un mal
mayor que unas simples “legañas” allende sus famélicos “Ojos” por tierras del
Quijote.
Volvimos al viejo coso del cerro de San Albín, hoy renovado en
sus entrañas con aires de ruidoso “mercado comercial” ¿para mi desconocido? El que, durante el accidentado festejo no
pararan los altavoces de los “chiringuitos” de sus asentados tabernáculos en los
corredores internos, molestando a la poco numerosa concurrencia que asistimos al
citado festejo en el que hubo de todo un poco.
Pues empezando por el horario un
tanto extraño cuando la luz solear de nuestra incipiente primavera se abre a
posibilidades de no tener que encender el alumbrado para un precario festejo (quizás
con un escaso cuarto de aforo) como para tener que hacer uso de su incandescente
alumbrado, el que alguien murmurara ser a base de generadores ¿quizás no bien
vigilados, o con regateos de combustible? que al haberse alargado en demasía el
festejo no debieran haber contado con ese estrambote o “añadido” el cual al finiquitar
milagrosamente el quinto de la tediosa tarde, hubo un apagón de unos diez
minutos sobrecogiendo el corazón a todos los allí asistentes. Pues de haberse
dado durante la lidia podría haber provocado una posible desgracia.
Bueno, y del festejo poco que decir o destacar en mi modesta
opinión. Solo que fue muy desigual y poco lustrosa la “becerrada con caballos” de
Eusebio Naranjo, que pasta en tierras extremeñas de Cáceres, para una terna muy
poco placeada, y con poco acierto como era de sospechar.
Solo el voluntarioso albaceteño José Ignacio Rodriguez dejara cierto aire en sus maneras un tanto más ortodoxas que sus compañeros de
terna, más bisoños en el oficio, y la garbosa y resolutiva labor con los palitroques
del emeritense Miguelin Murillo, matador de toros; ahora en esta ocasión,
gregario del novillero albaceteño. A Luis ángel García se le mojaron los
papeles y su primer novillo volviera vivo a los corrales, y en su segundo dejó
muestras de su preclara y evidente falta de oficio. Voluntades en el tercero de
la terna, Iván Velares: todos ellos asistidos por una generosa presidencia y un
mini público entregado a sus paisanos.
Fernando naranjo duran.
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