(Soneto)
Quién pudiera mujer,
tener resaca;
de tu celo alentando el
alma mía;
junto al mío sostener la
osadía
sublime de lujuria que arrebatan
esos brazos con
frescura y armonía
al peinar tus cabellos que
destacan
el perfil de tu nuca, y
más rematan
tú silueta y tú estilo.. ¡Vida
mía!
Díscola y atrevida gacela
en celo
recorres las hectáreas de
mi alma
y no emites gemido por aprieto.
Temeraria pateas bajo el cielo
mis lindes fronterizas, y desarmas
la alambrada febril de mis conceptos..
Fernando naranjo duran
11-1-2017
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