miércoles, 7 de junio de 2017

De cárdenos y olés..


Madrid: Toros de Brihuelga"  (Buendía Santa coloma)

Fernando Robleño. Alberto Aguilar y Perez Mota.

Bueno, de nuevo se aproxima nuestra Sra la metamorfosis y se van extinguiendo las horas de este viejo día de miércoles 7 de mayo para adentrarnos  en un nuevo Jueves al tiempo de despedirme de ustedes mis amigos, y como de costumbre  analizamos  lo que nos deparara la jornada aun minuto de finalizar, y entonces declaro que entre otras cosas que tomaron cartas en el “asunto del día” al asomarme de nuevo a Las Ventas del espíritu Santo en que se lidiaba una interesante corrida de un viejo encaste como es el de Santa Coloma vía herederos; la que diera  un preclaro interés a la tarde de hoy en que se acartelaron tres toreros decididos y capaces de tal empresa de enfrentarse a esta corrida con excesos de romana que por tal motivo no se pudiera lucir más  de lo que resultara  con interesantes matices para el aficionado serio.


3º 5º y 6º  no es un mal balance para una “presentación en sociedad”?? aunque para una vuelta al ruedo al quinto de nombre “Liebre” que acudiera en tres ocasiones al caballero armado, con fijeza y buen son para después en la muleta  tuviera que sobarlo hasta encauzarlo al sendero de la verdad, el bueno de Alberto Aguilar que se dejó el alma hasta irlo metiendo  en una faena  tesonera y no menos arriesgada pisando los terrenos de este hondo toro de  cárdeno pelaje al que el presidente le otorgara el honor de una despaciosa vuelta al ruedo entre aplausos mientras el torero con cara de ajedrez se secaba el sudor del esfuerzo realizado observando  el “acontecimiento póstumo y circular” del cadáver  de este que dejara en la oscuridad de entre bastidores  a su extremeño matador.


Fernando Robleño no tuvo ese lote que él hubiese entendido a la perfección, mejor suerte tuvo el gaditano Pérez Mota que tuvo momentos dignísimos  para un torero de corte artístico que supo a veces gustarse y llegar gustando allende los escaños venteños los que hoy tampoco protestaron los kilos y el exceso de trapío de una genética que anduvo apuntando con sus perchas a los cielos de este Madrid insaciable, que deja en manos torticeras  los designios de una fiesta, que los de dentro se han de encargar de defenestrar..

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