lunes, 26 de octubre de 2020

Antoñito...


 

Antoñito..

Mas que una crónica, bajo mi humilde criterio, merece todo un análisis para una necesaria tesis, lo protagonizado anoche por mi admirado y conocido torero, en nuestro Coso de Pardaleras”. Antonio Ferrera, persona física de una dimensión tan extraordinaria que aún no se sabe dónde se apoyan los mástiles  que puedan soportar ese imaginario techo que aseguran tener las personas que protagonizan importantes hazañas en bien de un país de arraigadas costumbres.  Las que ahora un desaprensivo ambiente político de cambio generacional trata de mutilar irresponsablemente.

La España de ahora, tan desmemoriada, de la mano de los nuevos social-comunistas tratan de borrar las huellas de nuestros ilustres antepasados y sus obras; pareciéndose  peligrosamente a los talibanes que destruyeron salvajemente los Budas de Bamiyan. Y  ha todo esto sin olvidarse de convertir nuestros sexos en un amasijo hormonal o tratado de “pipirranas” salmorejo ¿o gazpacho extremeño? Sin que aparezca la divina providencia otorgándonos su esperado y necesario amparo y convierta a estos santones del averno en estatuas de sal.

Muestra perenne del valor de nuestros jóvenes no intoxicados por el virus político y la desgana generacional que nos atenaza, y lo demuestran hombres de la valía y la talla humana de Sergio Ramos, y don Rafa Nadal, (como casos extraordinarios) amén de un rosario de héroes nacidos en España que sería interminable plasmar en este folio, lo que mi desaforada pasión trata de retratar torpemente en este río de efusión que se desbordara la noche del sábado 24  del corriente octubre  de 2020.

Permítaseme la explosión de mi apasionada afición, la que aún le rondan los hechos acaecidos en esos nocturnos y vibrantes episodios que tuvieron que buscar horario de nocturnidad por la supremacía irracional del viejo deporte de Futbol. Extraordinario juego aprendido del país de la comedia dramática, en donde no se muere de verdad, dejando en esta ocasión en la cuneta a nuestro arraigado y añoso sentir taurómaco, plasmado por los mejores pinceles y rubricado por las plumas más excelsas nacidas sobre nuestra vieja piel de toro, en cuyos bravos escenarios la muerte juega un papel ceremonioso donde firman testimonialmente ante el astro sol y la hermosa sombra, con la sangre de nuestros hombres vestidos de seda y oros para el ritual de una vieja liturgia que define al español, como un ser de extraordinarias condiciones para enfrentarse con desmedido valor a la muerte sin concesiones a pactos de ida y vuelta.

La heroicidad de Antoñito, anoche ante un corridón de toros más que cinqueños, con cuajo seriedad y pitones que saltaron sorpresivamente para una supuesta encerrona “fin de fiesta” de una ganadería que otrora llamaron cómoda” y al día de ayer no saltó ni uno que se asemejara al historial pastueño de Zalduendo, que permitiera relajo alguno al torero que solo sufrió impertérrito verse zarandeado junto a los tableros con todo género de peligros y anteriormente  sufrir un par de puntazos durante aquel combate que ni siquiera se miró las sedas que cubrían sus muslos y pantorrillas de gladiador romano. Satisfecho con solo pasar triunfante y responsable, con toda dignidad su bien probado blasón el fielato de aquellos arremangados pitones que lucieron  en su mayoría los que solo para plazas como, Madrid, Pamplona o Bilbao, pudieran ser mejor embarcados.

La sufrí  y a compás la deleité vía “moviestar” sobre mi cómodo butacón donde la emoción parecía catapultarme acelerando mi corazón, aún con licencias, y mientras  emborronaba siete folios tratando de recopilar las impresionantes imágenes que irradiara la proeza torera de este macizo matador de toros, amigo desde su más tierna infancia. Al que desde estas líneas prometo volver y dedicar una merecida reseña de aquellas que particularmente escribiera un servidor para las memorables tardes de toros a las que acudí a presenciar cuando aún tenía agilidad sin temor al desaliento para trepar con cierta soltura esos escalones hacia los más altos escaños del mayor espectáculo del mundo, por mí conocido.

Fernando naranjo duran.

25/10/2020

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