domingo, 17 de marzo de 2019

En la Émerita augusta.


En la Augusta Emérita.

Ayer, después de un largo éxodo de los cosos taurinos, he vuelto a mezclarme con aquellos que aún siguen erre que erre, alimentando la sana y vieja afición al Toro (sin mayúsculas) puesto que asistí con dos amigos aficionados al arte de Cúchares” a un festejo menor, con resultados aún menores y sin pretensiones de grandeza. 

Sin grandeza) he dicho bien. Ocurre que es al primero que acudo después de desdeñar los recién finiquitados en nuestra querida Olivenza. Glamurosa y puntual miniserie que presume de ser la primera ‘a lo grande’ que se anuncia sobre el suelo patrio. 

Todo esto, cabalgando un esfuerzo sobre humano, parte de una vieja y oliventina pasión por el toro, y como no, interviniendo con generosidad nuestras arcas extremeñas, manejadas a lo loco por este Psoe” de nuestros pecados, que, aun siendo precursor a ultranza en las estribaciones de nuestra Janda extremeña”, es todo un ofensor de nuestra fiesta de toros en otros lugares de la citada Piel.

 Aquí, en este escorado, y sin par rincón, otrora manejado por el Júpiter extremeño, alias “Viriato” aún se dan toros. No como en nuestra atormentada Cataluña, en manos de tantos desvergonzados y deslenguados políticos de tres al cuarto, que no nos dejan ni dormir tranquilos hace más de cuarenta años, por aquello de la muerte del pequeño general. Al que ahora andan queriendo desterrar de su feudo del “Valle de los suspiros” políticos de vanguardia, “cuchareros de sopas bobas” tan afianzados a este chupete” de subvenciones y otras cosas que tan en candelero están.


Volví junto con dos jóvenes amigos, Juan Antonio Carmona, alias “Barroso” me atrevo a tildarlo por su parecida aura con el dinasta caballero jerezano, Alfonso Barroso; picador de toros “caballero pardo” como solía llamarlos el poeta León Felipe, a estos toreros ecuestres que aún visten de oros, por un Real y ancestral autorización “decreto Real” que no del “maestro Sánchez en sus viernes a go gó” (esto es anterior a su diluvio) En esta ocasión nos acompañaba otro joven y nuevo amigo, Jesús María Clemente, que ansiosos por asistir a los albores de este nuevo abanico abierto a la primavera para nuestra Fiesta Nacional, nos acercamos a la Augusta Emérita, aún bañada por este sinuoso, y herido Guadiana; el que al parecer le hayan diagnosticado un mal mayor que unas simples “legañas” allende sus famélicos “Ojos” por tierras del Quijote.


Volvimos al viejo coso del cerro de San Albín, hoy renovado en sus entrañas con aires de ruidoso “mercado comercial” ¿para mi desconocido?  El que, durante el accidentado festejo no pararan los altavoces de los “chiringuitos” de sus asentados tabernáculos en los corredores internos, molestando a la poco numerosa concurrencia que asistimos al citado festejo en el que hubo de todo un poco.

 Pues empezando por el horario un tanto extraño cuando la luz solear de nuestra incipiente primavera se abre a posibilidades de no tener que encender el alumbrado para un precario festejo (quizás con un escaso cuarto de aforo) como para tener que hacer uso de su incandescente alumbrado, el que alguien murmurara ser a base de generadores ¿quizás no bien vigilados, o con regateos de combustible? que al haberse alargado en demasía el festejo no debieran haber contado con ese  estrambote o “añadido” el cual al finiquitar milagrosamente el quinto de la tediosa tarde, hubo un apagón de unos diez minutos sobrecogiendo el corazón a todos los allí asistentes. Pues de haberse dado durante la lidia podría haber provocado una posible desgracia.


Bueno, y del festejo poco que decir o destacar en mi modesta opinión. Solo que fue muy desigual y poco lustrosa la “becerrada con caballos” de Eusebio Naranjo, que pasta en tierras extremeñas de Cáceres, para una terna muy poco placeada, y con poco acierto como era de sospechar. 

Solo el voluntarioso albaceteño José Ignacio Rodriguez dejara cierto aire en sus maneras un tanto más ortodoxas que sus compañeros de terna, más bisoños en el oficio, y la garbosa y resolutiva labor con los palitroques del emeritense Miguelin Murillo, matador de toros; ahora en esta ocasión, gregario del novillero albaceteño. A Luis ángel García se le mojaron los papeles y su primer novillo volviera vivo a los corrales, y en su segundo dejó muestras de su preclara y evidente falta de oficio. Voluntades en el tercero de la terna, Iván Velares: todos ellos asistidos por una generosa presidencia y un mini público entregado a sus paisanos.

Fernando naranjo duran.

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