De una tarde de
verano.-
De su boca y su
sonrisa
de sus ojos de
esmeraldas,
de su talle
exuberante.
Desde el tren
de sus caderas
que aúpan su
erguida espalda,
soy su más
reñido amante.
De su esfinge
de mujer
surgen vigor e
inocencia
y una brava resistencia
que aporta de
nuevo vida
y espolea de
imprudencia,
a mi solvencia
suicida.
Qué tarde la
conocí..
¿Quizás que
fuera verano?
Y sorprendido
me vi
por esos ojos
radiantes
de óvalos tan
excitantes
hechiceros y
espartanos.
Austera cual
Dama de Elche
o el Peñón de
Gibraltar
su modelo
arquitectónico.
Es arrogante y
armónico,
y fresco cual
suave brisa
que llega a la
baja mar.
Por ella bebo
los vientos
que emborrachan
al levante,
por ella soy
desatento
y celoso cual
sarmiento
que nace de tierra
roja
y da aspereza a
su estambre..
Fernando
naranjo duran
10/08/2020
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