martes, 3 de abril de 2018

¿A mí la Legión??







Qué vergüenza sentí cuándo por la pequeña pantalla exhibieran la maniobra y desembarco militar de nuestro -otrora cuerpo de élite- en el Puerto de Málaga para las funciones religiosas de su Semana Santa; descendiendo como “coristas” por la pasarela del buque que los trasladó hasta la península desde sus emplazamientos naturales en el otro continente -también en vías de enajenar-: el amanerado descenso en cuestión, más se asemejaba a un escenario del “Folies Bergère” que, a las marciales y austeras citas de otras épocas, y no necesariamente belicosas. Si Millán Astray levantara la cabeza y viera para lo que está sirviendo su idea militarizada de un cuerpo de choque y ayuda inmediata al pueblo español, los rebajaría de empleo y sueldo desde el último recluta pasando por los tres últimos presidentes de la democracia, hasta cuarto y actual de la nación; por consentir de manera alevosa tan descarada “des-masculinización” de la tropa y de los estamentos de este país.

¿Cómo hacerse respetar ante las hordas de activistas tan en boga hoy? ¿A qué enemigo hacer temer con estas frívolas imágenes? Pues el antes citado militar, ipso facto pondría en cuarentena a toda la chusma progre de la política que avala la ambigüedad del sentimiento ideológico del tercer o cuarto movimiento feminista, que tanto daño causara y vuelve a estar causando a este idiotizado país, haciéndonos acreedores de necios e inadecuados ‘micromachismos’ que solo son una cortina de humo del fuego bolchevique.

¿A qué viene esta ingeniería de experimento social, cual ‘granja humana’ dirigida por la izquierda con la ayuda del feminismo radical?  A este no le interesa la opinión de la mujer en esencia. Solo la industrialización de la ideología; la destrucción de la familia, maniatar al individuo: la secta del feminismo la dirige la izquierda radical española promocionando con osadía y desvelado celo, la homosexualidad y el lesbianismo en colegios y programas televisivos para feminizar al género varonil; minimizar su masculinidad, desposeerle de su natural condición humana. Dislate de transgresión y profanación de la ley divina y la concordia entre el hombre y la mujer. 

Siempre acuestas con la homosexualidad -que no siempre fue respetada por grupos trogloditas e intransigentes- más, no da esto autorización moral ni cívica para la misandria; incompatible en la lucha por la equidad que hoy galopa a lomos de un jaco dictatorial en un firme y descarado acoso y derribo contra el varón, habitante de este suelo, sea o no maltratador, acosador, violador, asesino o pederasta.

‘No corren buenos tiempos para la Lírica’, ni para un orden cívico en este país donde se ha ido fraguando una miserable invasión general de musulmanes, otorgándoles toda clase de asistencia socioeconómica, alojamiento y poderes para votar en beneficio de políticos rateros, vagos e independentistas, al más puro estilo nazi, arreciando su tormentoso odio hacia el resto de los españoles, semejantemente a la tercera década del siglo pasado cuando tercer Reich fue contra el pueblo judío. ¿hasta dónde habremos de llegar? ¿Han preguntado a colectivos de la pequeña y mediana empresa (motores de la economía) cuanto les perjudican estas libertinas e inapropiadas concesiones a extranjeros, que sin orden ni concierto invaden con deslealtad, exentos de modos, leyes e impuestos, en los andenes del comercio nacional; donde solo son esquilmados  los industriales españoles  por los buitres de Hacienda?  ¿Y al vecindario común ante la inseguridad que estos acarrean con sus antagonistas costumbres desdeñando con descarada arrogancia adaptarse a nuestras leyes constituidas? Este no es el camino que nos lleve a disfrutar y compartir una convivencia social cercana armónica y duradera. Estos epígrafes son los que debe solucionar nuestros “leales representantes” o el adecuado corrector de nuestros próximos votos.

Fernando naranjo duran
3-4-2018


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